Cesar Nava, diputado del PAN. Foto: Alejandro Meléndez.
LA CONFUSIÓN EXISTENTE
Jorge Meléndez Preciado
Nadie, en sus cabales, podría decir qué solución tendrá el presupuesto fiscal del 2010. Sabemos, es cierto, que hay un problema entre la Cámara de Diputados y el Senado, que César Nava es un cartucho quemado más en la administración panista, que hay quienes serán beneficiados por varios años y que usted y yo, el común de la gente, seremos castigados con más impuestos, pero que la trifulca ha desnudado a la clase política, también, es un hecho.
Puede subir o bajar el IVA, aumentar o no el impuesto que nos cobran de nuestros salarios, desaparecer la posible alza a las nueva tecnologías o incluso elevarse el llamado déficit fiscal, pero de lo que estamos cada vez más conscientes, seguros, es que los políticos que tenemos no piensan en nosotros, sino únicamente en las encuestas, ese tabú que es el Dios actual en la posmodernidad.
Consultar a unos cuantos individuos, es lo que se ha puesto de moda. Ello permite a la gente que está en las cúpulas decidir acerca de nuestro futuro, cada vez más sombrío. No se crea que para mejorar las situaciones en que vivimos, más bien para decirnos que sufriremos menos. Es como si nos hubieran secuestrado, y en lugar de ofrecernos una disculpa por el grave daño que nos causaron, dicen alegremente que el sufrimiento será menor, pero lo teníamos que padecer debido a que ellos, los de arriba, son generosos golpeadores, hábiles malandrines.
Véase si no.
El señor Agustín Carstens está cada día más rollizo, exultante, pero jamás deja su dieta engordadora para dirigirse a los comunes, el populacho, sino para indicarle a los priistas que no se enojen, que tengan oídos sordos para César Nava, el muchacho que tripula Felipe Calderón desde Los Pinos.
Quien maneja las finanzas de la nación, y hace padecer a todos, no le importa nada, él simplemente rinde cuentas ante el FMI, el Banco Mundial y demás organismos internacionales, por lo tanto, sus amos son los de afuera, no los que sufren en tierras aztecas.
Por su parte, el que se ostenta como secretario de Gobernación, Felipe Gómez Mont, anda por el estilo. Quedando bien con la oposición tricolor, pero regañando a quien se deje. Poco importa la dirección del país, lo trascendente es que no pierda amigos ni contactos. Eso sí, obedece lo que dice su patrón, quien, lo nombró.
Podríamos seguir con el grupo que nos mal conduce en base a reuniones de cuates, pero la oposición también debe anotarse en esta lista que muestra la debacle de la clase política que lejos de llevarnos a una meta nos desbarranca.
En el PRI hay una batalla tan intensa que las chispas ya son evidentes. Las broncas entre Manlio Fabio Beltrones, Enrique Peña Nieto y Beatriz Paredes se difunden en todas partes. Son dadas a conocer cotidianamente por medio de sus gacetilleros. Ellos atacan al contrario sin tasa ni medida, incluido en el extranjero. Tanto así, que México a nivel internacional ha pasado de ser la gran esperanza de América a confundirse con la difícil situación que padece Haití.
Y es que el tricolor juega a ganar el 2012, no ha reconstituir algo que está despedazándose. Por lo tanto no es que defiendan que no haya impuestos a los de abajo, sino que intentan desacreditar al otro para quedar bien con los grupos importantes, los que se llaman factores reales de poder: empresarios y televisoras.
Es por ello que, sin recato, le condonarán los impuesto de cinco mil millones de pesos a Televisa y sus amigos, para que puedan expandirse. Una muestra que su interés no es contra los oligopolios o los malos servicios, sino ayudar a los que consideran socios para la campaña electoral de 2012.
La izquierda, si el término existe, tampoco ve para adelante. Más bien quiere meterle la pata a los actuales pero no tiene rumbo ni ideales.
Dos ejemplos claros.
El grupo de Alejandro Encinas aprobó el aumento al IVA. Ante el repudio general, ha cerrado la boca y no ha dicho nada. ¿No es hora de hacer, cuando menos, un pronunciamiento para defender a los que llegarán al purgatorio con pase automático al infierno?
Por su parte, Carlos Navarrete, más arrojado y lenguaraz descubre, por medio de un hijo de 17 años, que Internet y Twitter existen. Se pronuncia, bien, porque no se grave con 3 por ciento los servicios de esos instrumentos del conocimiento, no de la distracción como parece que los entiende. Pero jamás dice que hay un apoyo explícito a los medios de difusión, el caso que apuntamos de Televisa, no sea que ya no aparezca en pantalla y su retórica se esfume.
Estamos, pues, ante una situación trágica en la cual los partidos políticos no tienen ni los arrestos ni la sapiencia para entrarle de fondo a la transformación que necesitamos. ¿Qué hacer, parafraseando a Lenin?
Lo importante, repetimos, es organizarnos en serio y como hicieron los tuiteros, el SME y mucho antes el EZLN, exigirles a los que conducen el país, a todos, que rindan cuentas. La reforma de la reforma fiscal puede cambiar, para bien o seguramente para mal, pero en tanto seamos piezas de cambio en un juego donde estamos como espectadores, en nada se beneficiará la comunidad. Por lo tanto, si sufrimos debemos ser más actores que víctimas.
Como siempre, usted y nosotros tenemos la palabra. Aunque algo más importante, la posibilidad de la acción.
jamelendez44@gmail.com
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