Felipe Calderón en el Alcazar de Chapultepec. Foto: Alejandro Meléndez
LA IMPARABLE CORRUPCIÓN
Jorge Meléndez Preciado
Han aparecido en los
medios de difusión varias noticias acerca de las transas realizadas por Felipe
Calderón y sus empleados. La más significativa, que viene de atrás, es la
relativa al otorgamiento de permisos a casas de juego. Tan es grave el asunto que la televisión ha puesto el dedo en la
llaga. Es cierto, Televisa fue
beneficiada hace tiempo con las
concesiones a establecimientos que lucran con el vicio, la ilusión y la
soledad.
Pero además, nos hemos
enterado ampliamente que los gobernadores de Jalisco y Chiapas, Emilio
González y Juan Sabines,
respectivamente, dejaron más que endeudados a sus estados y hay faltantes en
sus cuentas.
En el caso de la
entidad en el sureste mexicano, hay incluso detenidos alrededor de 10 alcaldes.
Lo curioso y trágico es que pertenecen a los más diversos partidos. No hay una
institución política que se salve en este caso. Lo que demuestra claramente por
qué los ciudadanos evalúan en el último lugar a
políticos y legisladores
actuales.
Y es que lejos de
poner medidas, reglamentos correctos y vigilancia adecuada a los dineros públicos,
los diputados y senadores únicamente tratan de recibir más y hacer menos. Algo
que impide atacar las malas prácticas,
las cuales siguen porque jamás hay la menor sanción a quienes delinquen en el
servicio público. Cuando más, se le apercibe o se le manda a la cárcel por un
breve periodo, y luego, a gozar de lo esquilmado.
Para las buenas
conciencias panistas, no es una medalla de honor que con Felipe Calderón
hayamos retrocedidos 33 lugares en el índice de corrupción mundial. Es decir,
fuimos cual cangrejos, para atrás. Lo que muestra que el famoso cambio, lejos
de alentar la participación de la gente, hizo que aumentaran la suspicacia acerca de los nuevos
gobernantes.
El reto es también para Enrique Peña Nieto. El
presidente actual habla en muchos lugares, lanza iniciativas al por mayor,
recibe a los personajes más disímbolos de la nación, ríe constantemente,
aparece para dictar línea pero no hay una acción concreta, precisa que este
combatiendo los males nuestros, sobre todo la satanizada en palabas, aunque siempre presente
en todos lados, corrupción.
En el asunto de los
casinos, en diferentes ediciones el periódico Reporte Índigo ha señalado que el señor Iván Peña Neder, recibió
dos permisos para operar 94 casinos durante 25 años. La medida la tomó Felipe
Calderón ¡dos minutos antes de concluir su administración! ¿Por qué?
Según el periodista
Álvaro Delgado, en Proceso (1889),
Iván trabajó en la subsecretaria de Gobernación, con Abraham González. En esa
misma dependencia laboraron Guillermo Santillán Rodríguez, titular de la Unidad
de Enlace Federal, y Roberto Correa Méndez, ex director general de Juegos y
Sorteos.
Los tres: Peña,
Santillán y Correa, son socios de Producciones Móviles, quienes obtuvieron las
concesiones de Felipe. Es decir, tenemos
a personajes que fueron ayudados no porque tuvieran experiencia en el asunto,
más bien porque supieron acercarse al árbol que protege y da frutos. Claro para
que esa planta crezca, hay que regarla. Y sabemos que varios personajes facilitaron dinero para las
campañas políticas de allegados a Calderón.
En el periódico que
dirige Ramón Alberto Garza se habla mucho de Roberto Gil, quien fue candidato a
la presidencia del PAN y el operador de Josefina Vázquez Mota en su frustrado
esfuerzo para llegar a la primera magistratura.
También hay otras
fuentes que señalan a Ernesto Cordero como alguien que recibió favores y dinero
de los llamados casineros.
El asunto no es nuevo,
Santiago Creel, una semana antes de salir de Gobernación para su vano intento para ser
candidato a la grande, dio 432 permisos, entre ellos los de Televisa, para
supuestamente “democratizar el juego” en México (Delgado, dixit).
Así pues, hay un mar
de fondo en un asunto que debería estar vigilado, acotado, restringido y
sancionado. Nada es así, como lo vimos en el Casino Royale de Monterrey, con
sus 52 víctimas.
En Jalisco y Chiapas la cuestión es terrible. En ambos ejemplos la
prepotencia, el valemadrsimo, la imposición y la ausencia de ética son evidentes.
Mientras Juan Sabines
ve acumularse la cantidad de malas prácticas realizadas durante su gestión, en
la cual incluso favoreció a TV Azteca de mil formas: millones en propaganda,
terrenos donados, gasto en diferentes productos de esta empresa y sus filiales,
etc. su relevo Manuel Velasco Coello
trata de desmarcarse de su anterior padrino sin dar un verdadero golpe de
timón.
Y González Márquez, a
quien se suponía que el priista,
Aristóteles Sandoval, iba a meter en orden e incluso castigar, le fue
autorizado un nuevo préstamo por dos
mil 400 millones de pesos, gracias a los diputados del tricolor.
Hay más ejemplos en
Nuevo León, Tabasco y un largo etcétera. Lo grave es que la corrupción no
parece tener fin.
@jamelendez44
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